Reconozcámoslo: el rechazo esta semana en el Congreso del decreto antiapagones no es sólo un obstáculo más en la transición energética, es una pérdida de oportunidad vergonzosa, desalentadora y un síntoma de la lejanía actual de la clase política frente a las necesidades y preocupaciones reales de la ciudadanía, que asiste perpleja a un debate energético donde no parece haber soluciones ni esperanza posibles.