Las políticas de seguridad de Claudia Sheinbaum han dado en las últimas semanas pasos de gigante con decomisos millonarios de combustible robado, el huachicol, y la presentación de un plan audaz contra la extorsión, un delito que ha crecido y que sufren millones de ciudadanos obligados a pagar un impuesto criminal por las ganancias de sus negocios. A lo que hay que sumar, desde que comenzó su presidencia, las múltiples incautaciones de drogas, enfrentamientos armados contra el narco y detenciones. Todo ello esboza ya un sexenio encaminado a tapar el agujero que quedó pendiente en el anterior: la seguridad ciudadana. La famosa política de “abrazos y no balazos” de su antecesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, ha quedado en ocho meses sepultada bajo un alud de operaciones policiales y militares que están dando resultados medibles. Algunos aventuran ya que el mandato de la primera presidenta en la historia de México será clave para avanzar en la gran asignatura pendiente del país, la lucha contra la violencia.