Empaques ecológicos hechos con cáscaras de mango: el desarrollo de investigadores de la UdeA para reemplazar el plástico

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La cáscara de mango, que usualmente termina en la basura o el compostaje, ahora es el eje de una innovadora investigación que busca ofrecer una alternativa real a los empaques plásticos convencionales. El desarrollo fue liderado por un equipo interdisciplinario de las facultades de Ingeniería y de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia (UdeA), con el objetivo de generar soluciones frente a dos de los grandes retos ambientales actuales: los residuos agroindustriales y la contaminación por plásticos derivados del petróleo.

La propuesta, aún en fase de laboratorio, consiste en una película elaborada con pectina, una fibra vegetal que se encuentra en la pared celular de las plantas y que, en el mango, puede representar entre el 5 % y el 32 % de su cáscara, dependiendo de la variedad. El resultado es una lámina similar a una gelatina, resistente, flexible, no tóxica y biodegradable, ideal para la conservación de alimentos.

“Elegimos el mango porque, aunque tiene un alto contenido de pectina, su uso comercial es aún muy incipiente”, explicó Ricardo Mesías, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería y candidato a doctor en Ingeniería de Materiales. Mesías ha trabajado por años en el aprovechamiento de residuos agroindustriales de productos como cacao, naranja, café y aguacate, y lideró esta investigación junto con la doctora en Ciencias Químicas Yuliana Monsalve Carmona y la joven investigadora Angie Lorena Rendón, estudiante de Química.

Las cáscaras se recolectaron en un local de frutas ubicado en Ciudad Universitaria. Tras ser deshidratadas y pulverizadas, se enviaron al Grupo Ciencia de los Materiales (Cienmate), adscrito al Instituto de Química. Allí se extrajo la pectina y se realizaron 15 experimentos para evaluar la calidad, estructura y propiedades del material obtenido.

“Queríamos asegurarnos de que realmente estábamos trabajando con pectina pura”, indicó Monsalve Carmona. Para ello se realizaron pruebas químicas, físicas y espectroscópicas que permitieron identificar las condiciones ideales de extracción, variando factores como el pH, la temperatura y el tiempo.

Con estos datos, Rendón diseñó un modelo estadístico para formular la película. El proceso se realizó mediante la técnica de casting, que consiste en disolver el polímero en agua caliente y agregar un agente plastificante para facilitar la formación de la lámina. Luego, la mezcla se vertió en un molde acrílico, tras varios intentos con materiales que no funcionaron.

Además de ser un aporte académico, este desarrollo representa una alternativa concreta para disminuir el uso de plásticos en la industria alimentaria y reducir el impacto ambiental de los residuos agrícolas. “Con esta investigación estamos enfrentando dos problemas clave: la contaminación por plásticos sintéticos y el manejo inadecuado de desechos poscosecha”, enfatizó Mesías.

Aunque el proyecto aún se encuentra en etapa experimental, los resultados son prometedores. Los investigadores esperan avanzar hacia fases de validación y escalado que permitan su implementación industrial.

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