El linaje de la carpintería naval lleva cuatro generaciones en la familia chilena Almonacid. Comenzaron a comienzos del siglo pasado en la Caleta Puelche, de 200 habitantes, ubicada a las puertas de la Patagonia. Iban a buscar madera de Coigüe y Avellano al monte, la cortaban en luna menguante para potenciar su calidad, y construían embarcaciones en la ribera. No tenían acceso a electricidad así que la trabajaban con hacha, azuela y cepillo. En ese rincón del sur de Chile no dejaron morir el oficio artesanal, certificado hoy en el Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial. La posta la lleva hoy Hugo Almonacid, ingeniero naval de 35 años, oriundo de Calbuco. La factoría española Albaola, dedicada a la recuperación del patrimonio marítimo vasco, conoció su trabajo y lo invitó a la construcción de la réplica de la nao San Juan, el ballenero transoceánico del siglo XVI hundido en Canadá en 1565. La semana pasada el chileno viajó al puerto de Pasajes (Gipuzkoa) para instalarse un año y ser partícipe de la fase final del megaproyecto que lleva 11 años de fabricación.