El Congreso resiste: un dique frente al autoritarismo

Hace más de 30 años, los colombianos nos pusimos de acuerdo en algo grande: tener una Constitución que nos protegiera a todos. Una carta de navegación construida con esfuerzo, que puso al ser humano en el centro, apostó por la democracia y dejó claro que nadie puede estar por encima de la ley. Hoy, ese pacto está siendo puesto a prueba.

El presidente firmó el Decreto 0639 de 2025 para convocar una consulta popular, a pesar de que el Senado, el Congreso en pleno uso de sus funciones, ya se la había negado.

Eso no solo es pasarse por alto las reglas, es desconocer la institucionalidad, romper con el equilibrio de poderes y mandar el mensaje de que la voluntad del Congreso no importa. Y eso es muy grave.

No se trata de estar a favor o en contra de un gobierno. Se trata de defender algo que está por encima de todos nosotros: la Constitución.

Por eso, como senador, y como colombiano que cree en la democracia, respaldo la solicitud para que la Registraduría rechace ese decreto y aplique la figura de la excepción por inconstitucionalidad.

Además del riesgo institucional, hay otro tema que nos debería preocupar a todos: el costo. Realizar una consulta como esta puede costar miles de millones de pesos, justo cuando el país atraviesa una situación fiscal delicada. En vez de cuidar la plata pública, parece que la quieren usar como si fuera propia.

A esto se le suma otra amenaza: la intención de acabar con la regla fiscal, que es la que ayuda a mantener el orden en las cuentas del Estado.

Si se elimina o se vuelve opcional, como algunos proponen, lo que viene es más incertidumbre, menos inversión, menos empleo y más pobreza. ¿Quién pierde? La gente del común.

Y como si fuera poco, ahora se empieza a hablar de una constituyente. ¿De verdad ese es el camino? ¿Vamos a borrar con el codo lo que construimos con tanto esfuerzo? Las instituciones no se cambian cada vez que algo incomoda al poder. Se fortalecen, se respetan y se hacen cumplir.

Hoy más que nunca, necesitamos unión y firmeza frente a las amenazas. Por eso, este fin de semana, acompañé la marcha del silencio convocada por el Congreso para rechazar el atentado del que fue víctima el senador Miguel Uribe.

Porque esto no es solo contra una persona, es contra la democracia. Hoy fue Miguel, mañana puede ser cualquiera. Y cuando tocan a uno, nos tocan a todos.

Yo no creo en los atajos ni en los discursos que suenan bonitos pero que esconden intenciones peligrosas. Creo en hacer las cosas bien. En respetar los procesos. En que las transformaciones verdaderas se hacen con diálogo, con consensos, con responsabilidad.

Defender la Constitución es defender a Colombia. No podemos permitir que el poder se use para imponer, dividir o callar.

Desde el Congreso, desde los territorios, desde cada voz que crea en este país, debemos seguir diciendo claro y fuerte: la democracia se respeta. Porque si dejamos que la pasen por encima hoy, mañana ya no tendremos cómo defendernos.