Este año, la Aerolínea Sociedad Aeronáutica de Medellín Consolidada, más conocida como SAM, estaría celebrando 80 años de su fundación. Aunque la marca desapareció oficialmente en 2010 tras ser absorbida por Avianca, sus antiguos pilotos, tripulantes y trabajadores continúan recordándola como una verdadera familia que marcó un antes y un después en la aviación del país.
Fundada en 1945 por el norteamericano Luis H. Coulson y un grupo de aviadores que llegaron a Colombia después de la Segunda Guerra Mundial, SAM nació como una empresa carguera, pero con el tiempo amplió sus servicios a pasajeros hasta convertirse en la segunda aerolínea más importante de Colombia y en orgullo de Antioquia.
La compañía fue pionera en rutas estratégicas como San Andrés, Villavicencio, Cúcuta y Planeta Rica, además de abrir operaciones en Centroamérica, el Caribe y Brasil. En carga, su ruta más emblemática fue Miami, destino al que volaban diariamente. “Lo que nos diferenciaba era la unidad, ese espíritu de hermandad entre pilotos, auxiliares, ingenieros y administrativos. SAM fue más que una empresa, fue una aventura aeronáutica”, recordó el capitán Edgardo Martínez, jefe de pilotos en su momento.
El recuerdo de SAM también está marcado por episodios dolorosos, como el accidente en Urrao, Antioquia, donde fallecieron 131 pasajeros y la tripulación. Según testimonios de la época, la tragedia ocurrió en medio de la violencia de los años noventa, cuando la guerrilla había destruido equipos de navegación que desorientaron a la aeronave.
Pese a las dificultades, SAM mantuvo su prestigio hasta su integración con Avianca. El 3 de octubre de 2010 se realizó el último vuelo con la marca, operado por el capitán Héctor Alonso Sierra, quien insistió en que el recorrido terminara en Medellín, ciudad donde nació la aerolínea. La despedida incluyó un sobrevuelo rasante y el tradicional arco de agua de los bomberos en el aeropuerto José María Córdova.
A 80 años de su creación, los extrabajadores de SAM mantienen vivo el legado reuniéndose anualmente para compartir recuerdos, anécdotas y el orgullo de haber hecho parte de una de las aerolíneas más queridas de Colombia. “SAM no fue una empresa, fue una familia. Y esa hermandad nos mantiene unidos incluso después de tanto tiempo”, concluyó Fernando González, uno de sus exintegrantes.