
En la cocina española existen platos que parecen nacidos para confundir. Hablo de esas especialidades con un nombre que, dependiendo del lugar del mapa en el que te sitúes, puede significar cosas muy distintas. El ajoarriero, el pisto o el ajocolorao podrían ser buenos ejemplos; los mismísimos gazpachos, también -recordemos que los de La Mancha se parecen al andaluz como un huevo a una castaña-, y otra delicia que podríamos incluir en esta categoría sería el rin ran.