Recluidos en un hospital de Cuba: cuando la luz es una cuestión de vida o muerte

hace 7 horas 7
Yarisleidy Ramos Rivera cuida a su hija Valentina Ramos en el Hospital Pepe Portilla.

Nadie imagina que Jeisel Hernández va a morir esta noche, a sus cinco años, lejos de casa. Sobre las cinco de la madrugada del 10 de diciembre, comienza a oírse un llanto aterrador, un coro de voces aturdidas en los alrededores de la sala de cuidados progresivos del Hospital Pediátrico Pepe Portilla, en Pinar del Río. En uno de los cuartos, Yarisleidy Ramos y Alianys Labrador, madres de dos niñas ingresadas, se despiertan del susto. Algo pasa. Salen y se encuentran a Yanelis Hernández, con el alma que parece que se le va a partir en dos. Jeisel, su hijo, se había dormido la noche anterior y ahora, que se acercó a la cama a ver cómo estaba, el niño no le respondió. Yanelis recogerá sus cosas, desmontará el pequeño campamento en el que vivió por más de un mes, y se irá a casa, de la que salió con Jeisel por la falta de luz, y a la que volverá envuelta en una oscuridad mucho más profunda.

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Hospital Pediátrico Pepe Portilla, en Pinar del Río (Cuba), el 12 de diciembre.Baysel Acosta, padre Milena Acosta Sánchez, en el Hospital Pepe Portilla.
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