(EFE). Despidos masivos, granjas paralizadas y obras detenidas son algunas de las secuelas que empieza a dejar la política antiinmigrante del presidente Donald Trump, cuyas redadas y amenazas federales están vaciando sectores clave como la agricultura, la construcción, el turismo y la industria alimentaria, según denuncian empresarios y activistas.
Los expertos advierten además de que se está aprovechando el miedo para despedir sin compensación a trabajadores con décadas de experiencia y que estas políticas podrían frenar el crecimiento económico del país.
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“ICE no sabe cómo opera una granja”
Esta crisis laboral se siente en las granjas, tambos lecheros, plantas empacadoras de carne y en general en las industrias de alimentos, construcción y turismo.
“Para mí está claro que quienes están empujando estas redadas en campos y tambos no tienen idea de cómo opera una granja”, dijo a EFE Matt Teagarden, director ejecutivo de la Asociación de Ganaderos de Kansas.
“Perdiendo más de la mitad de la fuerza de trabajo en horas, no hay manera de operar un negocio”, se lamentó.
El miedo hace que incluso trabajadores con permisos de estadía y empleo se escondan porque tienen familiares indocumentados, coincidieron los empresarios.
Jim Tobin, presidente de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas, advirtió que empresas de construcción en todo el país reportan ausencias de sus equipos, lo que retrasa obras y eleva costos.
Aunque el Gobierno Trump afirma que va solo por los indocumentados, que son el 4 % de la fuerza laboral estadounidense, sus medidas apuntan a inmigrantes legales como estudiantes con visas, refugiados, y beneficiarios de permisos de trabajo temporales y otras protecciones.
“Importamos trabajadores o importamos alimentos”
Los empresarios advierten de que con menor producción habrá más inflación. “Tenemos una opción aquí: o usamos trabajadores importados o importamos los alimentos. Necesitamos una reforma (migratoria) significativa para resolver los problemas con nuestra fuerza laboral”, reclamó Teagarden.
En Elgin (Illinois), según activistas, una fábrica despidió a 300 personas, tras una llamada de ICE.
“Es una situación terrible, se aprovechan del miedo a Trump para despedir a padres y madres que tienen más de 20 años de antigüedad y experiencia en las plantas”, dijo a EFE el activista Cristóbal Cavazos, del Immigrant Solidarity y Centro de Trabajadores Casa DuPage.
En su opinión, los ataques del Gobierno a trabajadores que fueron considerados esenciales durante la pandemia de la covid-19, “muestra lo que está mal en el país”, es una “verdadera arma de destrucción masiva”, afirmó.
Jorge Mederos.
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