“Me salvé por una sed”: así fue el atentado que sacudió a Cali

hace 1 mes 21

A don Manuel* lo sorprendió un sofoco mientras hacía unas compras en el Dollar City. Sintió que el aire le faltaba y decidió salir en busca de una gaseosa. Caminó unas cuadras, hasta que encontró una tienda. Estaba apenas levantando la botella fría cuando un estruendo lo sacudió. El piso tembló bajo sus pies. Eran las 2:50 de la tarde y había acabado explotar un camión cargado de cilindros frente a la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez.

2:55 p.m.

El ruido dio paso a un silencio breve y luego al caos. Don Manuel, todavía aturdido, caminó de regreso hacia el Dollar City. No era el mismo lugar del que acababa de salir. Estaba destruido, reducido a vidrios y escombros. Gente cubierta de polvo gritaba en todas direcciones. “¡Pusieron una bomba, pusieron una bomba!”, se escuchaba entre la multitud que corría despavorida.

3:00 p.m.

Las sirenas comenzaron a abrirse paso entre la confusión. Bomberos, policías y ambulancias llegaron a toda prisa, intentando tomar control de la zona.

3:15 p.m.

El desorden empezó a encontrar cauce. Se activó un Puesto de Mando Unificado y un Centro Regulador de Urgencias para coordinar la emergencia. El alcalde Alejandro Éder informó que el área había sido acordonada y que equipos de rescate atendían a los heridos.

4:10 p.m.

El eco del estallido ya recorría el país. Desde Valledupar, el presidente Gustavo Petro habló del hecho, lo calificó como un “acto terrorista” y responsabilizó a las disidencias de las Farc al mando de Iván Mordisco.

4:17 p.m.

En Cali, la gobernadora Dilian Francisca Toro también se pronunció. Condenó la violencia y llamó a la unidad. “Estamos trabajando en conjunto con la Fuerza Pública”, dijo, en un intento por devolver algo de calma a una ciudad todavía estremecida.

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4:32 p.m.

Las cifras preliminares comenzaron a confirmarse: entre 5 y 6 muertos, además de 36 a 50 heridos. La magnitud del ataque empezaba a revelarse.

Después de las 5:00 p.m.

Las imágenes se multiplican en redes sociales: vehículos calcinados, fachadas hechas pedazos, comerciantes abrazando lo poco que quedaba de sus negocios. El dolor se volvió rostro, cuerpo, herida.

“Me salvé, por una sed”, le contó don Manuel a medios de comunicaciones locales.

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