Tras la muerte de un Papa, la Iglesia entra en Sede Vacante y el Colegio de Cardenales organiza el Cónclave para elegir al sucesor.

La muerte del papa Francisco ha generado diversas especulaciones sobre su posible sucesor en la Santa Sede. El pontífice falleció a los 88 años en Ciudad del Vaticano el 21 de abril de 2025, un día después de la celebración de Semana Santa. En los últimos meses, su estado de salud se había agravado debido a una crisis respiratoria asmática prolongada y neumonía bilateral. Ante este panorama, ya han surgido nombres de posibles candidatos que podrían asumir la conducción de la Iglesia tras la convocatoria del cónclave.

Uno de los nombres que ha cobrado relevancia es el del colombiano Luis José Rueda Aparicio, actual arzobispo de Bogotá y cardenal desde 2023. Su trayectoria y liderazgo dentro de la Iglesia lo han posicionado como una figura clave en la jerarquía eclesiástica. Además, al ser el único cardenal colombiano con derecho a voto en un eventual cónclave, se ha convertido en una de las figuras a observar en el ámbito eclesiástico.

Trayectoria y formación de Luis José Rueda Aparicio

Luis José Rueda Aparicio nació el 3 de marzo de 1962 en San Gil, Santander, en el seno de una familia numerosa. Fue el décimo de once hermanos y, antes de ingresar al seminario, trabajó en distintos oficios, incluyendo la construcción y el periodismo deportivo en la emisora Armonías de San Gil. En 1983, inició su formación sacerdotal en el Seminario Conciliar San Carlos de San Gil y posteriormente se especializó en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma.

Fue ordenado sacerdote el 23 de noviembre de 1989 y comenzó su labor pastoral como párroco en diversas comunidades, incluyendo Albania, Curití y Pinchote, además de ser vicario parroquial en Mogotes. Su compromiso con las comunidades más vulnerables y su enfoque en la reconciliación en zonas afectadas por la violencia lo llevaron a asumir responsabilidades de mayor alcance dentro de la Iglesia en Colombia.

En 2012, el papa Benedicto XVI lo nombró obispo de Montelíbano, Córdoba, una región marcada por el conflicto armado. Desde allí, Rueda Aparicio promovió el diálogo, la defensa de los derechos humanos y la paz entre las comunidades afectadas. En 2018, el papa Francisco lo designó arzobispo de Popayán, donde continuó su labor enfocada en la reconciliación y el fortalecimiento del papel de la Iglesia en la sociedad.

Su ascenso continuó en 2020, cuando fue nombrado arzobispo de Bogotá, sucediendo al cardenal Rubén Salazar Gómez. Desde 2021, también ha ejercido como presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, consolidándose como una de las figuras más influyentes del clero en el país.

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