“Una sociedad que abraza la maternidad abraza el crecimiento y la transformación social. Dar apoyo y calor a las mamás es una necesidad cultural y natural”.
Por Valentina Petro Carmona.
La lactancia materna es el primer acto de amor y nutrición que acompaña al recién nacido, la leche materna es el mejor alimento, el más completo, el único capaz de cubrir todos los requerimientos nutricionales y proteger el sistema inmune del bebé; es un alimento tan mágico y poderoso que es capaz de suplir las necesidades completas del niño hasta sus 6 meses de vida, tomando cambios y adaptaciones según las necesidades de cada bebé; puede decirse, entonces, que es el único alimento capaz de nutrir y proteger al mismo tiempo, fortaleciendo vínculos emocionales y procesos biológicos tanto de la madre como del lactante.
Hablar de lactancia materna es hablar de vida, salud, vínculos, entornos, salud pública, familia, sociedad, autonomía y libertad; lactar no puede reducirse a un mandato romántico, ni a una obligación impuesta, debe entenderse como un hecho biológico amoroso digno de respeto; es importante reconocer a la madre su autonomía y libertad, tanto para practicarla como para finalizarla. Amamantar debe ser una decisión libre e informada, sin juicios y culpas, cada mujer tiene derecho a elegir cómo alimentar a su hijo según sus posibilidades, deseos, circunstancias y creencias. Para ello se necesitan entornos protectores como pilares de apoyo, compañía, información, respeto y afecto.
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Cada maternidad es diferente y cada mamá vive procesos individuales que deben tratarse con tacto y ternura, una sociedad que abraza la maternidad abraza el crecimiento y la transformación social. Dar apoyo y calor a las mamás es una necesidad cultural y natural.
No basta con decirle a una madre que la lactancia es lo mejor, son necesarios escenarios que lo hagan viable; familia, sociedad, sistemas de salud, lugares de trabajo, factores y actores que se comprometan a crear condiciones reales que garanticen la seguridad de las madres, que estas no sean un blanco de críticas y comentarios innecesarios; se requiere hablar de condiciones sociales, culturales y políticas que lo hagan posible. Una sociedad que protege la lactancia es aquella que entiende que este acto trasciende la nutrición; proteger la lactancia es una inversión de salud pública, equidad de género, futuro y una apuesta a la construcción de entornos más humanos.
La protección de la lactancia se construye desde casa, pero también desde las políticas claras y la cultura social; las licencias de maternidad, los bancos de leche humana, los programas de consejería y la apuesta a la educación social frente al respeto a la madre y a los procesos que esta enfrenta son pilares fundamentales para garantizar un camino más armónico, con menos presiones, porque la leche no solo nutre al bebé, sino que fluye desde una madre informada, tranquila y segura.
Es importante hablar de estrategias que han sido clave en Colombia, como la estrategia IAMI (Instituciones Amigas de la Mujer y la Infancia). Su propósito es garantizar que en los hospitales y centros de salud se promueva la lactancia materna de forma respetuosa e informada, fomentando la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida y la finalización de esta como una decisión madre-hijo; esta estrategia ha buscado transformar los servicios de salud en aliados de la mujer, donde reciban apoyo real para ejercer sus derechos como madres, un claro ejemplo de que la autonomía materna debe ser el centro. La verdadera promoción de la lactancia no es una imposición, sino una compañía; brindar información clara, apoyo emocional y condiciones dignas para que la mujer pueda elegir en libertad.
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