“Una sensación de abrumadora humillación. Frustración. Depresión”. Estas son las palabras que una compañera utilizó para describir el estado emocional de las mujeres con las que habló durante nuestra visita a Sudán en marzo, para apoyar labores humanitarias y para verificar el estado de los niños, niñas y mujeres. Palabras que, desde entonces, no he podido olvidar.