El cuerpo frágil de Sumaya al Kafarna, de 35 años, sentada frente a su precaria tienda de campaña en Ciudad de Gaza, encarna el hambre que consume al territorio palestino desde hace meses. Esta madre de cinco hijos ha perdido más de la mitad de su peso —ha pasado de 75 a 35 kilos— mientras batalla contra un cáncer de mama, sin acceso a tratamiento y después de haberse sido forzada a desplazarse más de 20 veces desde el inicio de la ofensiva israelí, hace casi dos años. “Siento dolor día y noche”, dice con una voz que es apenas un susurro. “Con el hambre y los desplazamientos, mi sufrimiento se ha duplicado. Cuidar a mis hijos es como cargar montañas”.

