La señora Natalia Méndez no cocinará hoy en sus enormes calderos las fajitas de pollo, ni los chiles rellenos de queso, ni la sopa de raíces a base de remolacha, zanahoria o papa, ni el mole o las flautas que prepara desde hace años en el sur del Bronx. El restaurante La Morada está cerrado este lunes, pero no porque sus dueños migrantes le tengan miedo a lo que el presidente Donald Trump está diciendo de la gente como ellos, ni a las redadas de los oficiales del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE), ni a las amenazas de deportaciones. La Morada está cerrado para que Estados Unidos entienda lo que significa un día sin sus inmigrantes.