Durante poco más de un año, Checo Pérez manejaba un auto indomable. El auto de Red Bull, uno de los equipos más ganadores en la Fórmula 1, provocaba el miedo a los rivales por la potencia y la aerodinámica que presumía. Pero el verdadero temor lo vivía el piloto mexicano. El coche, tan ganador en las manos de Verstappen, se volvió impredecible para Pérez. En 2023 pudo quedarse con el subcampeonato del mundo, pero en 2024 apenas pudo salvar la temporada en el octavo puesto.