Los traumas del pasado tienden a activar mecanismos de autoprotección. Sucede con el alza del precio de la vivienda, que devuelve a un primer plano los fantasmas de la burbuja inmobiliaria. Y ocurre con el auge de las grandes tecnológicas estadounidenses, que arrastran los demonios del crash de las empresas de internet a comienzos de siglo. Los ecos de la historia pueden ser útiles cuando evitan que se repitan errores, pero los paralelismos, si el análisis es de trazo grueso, puede también empujar a una parálisis que implique la pérdida de oportunidades de inversión.