
Que el delincuente más buscado de Colombia, alias “el Costeño”, haya sido capturado en la localidad bogotana de Engativá, en vez de haber cruzado la frontera hacia otro país, no tiene que ver con ligerezas del criminal, sino con una falla inesperada en una antigua red de informantes que antes lo protegía.
Esa red estaba vinculada a “la Zaga”, una banda delincuencial especializada en el tráfico de estupefacientes en los vecindarios circundantes del aeropuerto El Dorado, a la cual perteneció el mencionado Elder José Arteaga Hernández (“el Costeño” o “Chipi”).
“Ese grupo llegó a tener campaneros en esquinas y casas de los barrios El Muelle, Los Álamos, Villa Teresita, Villas del Dorado y otros cercanos ahí en Engativá”, expresó un policía de Inteligencia que trabajó en la zona, cuya identidad se reserva por seguridad.
En Villas del Dorado funcionaba Capital Barbershop, la barbería que “el Costeño” usaba de fachada para la comercialización de drogas, y la cual estuvo administrando durante la pandemia de covid-19.
Fue entre 2020 y 2021 que se incrementó el tráfico de estupefacientes a manos de “la Zaga”, que evolucionó de la venta callejera al servicio a domicilio, aprovechando las cuarentenas.
“Los miembros de esa banda tenían plazas fijas en algunos callejones y parques, y vendían a plena luz del día. Pero también usaban la peluquería como bodega de almacenamiento, y algunos de los clientes no solo llegaban por un corte de pelo, sino por drogas”, acotó el funcionario.
La banda fue golpeada en una redada contra el microtráfico en aquella época. Los seguimientos con cámaras y policías infiltrados comprobaron que había una red de campaneros que les avisaba a los jíbaros cuando se acercaba una patrulla o algún personaje sospechoso.
En total fueron capturados siete integrantes, incluyendo a dos cabecillas, pero Elder Arteaga logró escapar.
En la presentación del caso, en noviembre de 2020, la Secretaría de Seguridad de Bogotá presentó el golpe con esta reseña: “En la localidad de Engativá, ‘Alex’ y ‘Yuli’, quienes sostenían una relación sentimental, conformaron una estructura delincuencial dedicada al expendio de marihuana, perico y cocaína, junto con otros cinco sujetos, entre ellos ‘El Abuelo’, ‘El Viejo’ y ‘Yupi’. Utilizaban las llamadas telefónicas para contactarse con sus clientes y distribuían los pedidos ilegales a domicilio en bicicletas. Un investigador de la Policía logró infiltrar la banda, haciéndose pasar como consumidor y dejando en evidencia su acción delictiva”.
“El Costeño” estuvo en la barbería hasta septiembre de 2021 y luego desapareció del radar de las autoridades, hasta el 7 de junio de 2025, cuando apareció coordinando el atentado contra el senador Miguel Uribe en el barrio Modelia.
El Gobierno puso una recompensa de $300 millones por información de su paradero e Interpol expidió una Circular Roja, anticipando una eventual huida del país, algo que no sucedió.
Arteaga fue detenido el 5 de julio siguiente en una casa de Engativá, la localidad en la que delinquió en el pasado.
Para la fuente consultada, “lo más posible es que él se refugió en esa zona porque confiaba en los campaneros de ‘la Zaga’, que lo habían protegido en el pasado, pero nadie le avisó que venía la Policía”.
En medio de la investigación, esta semana salió a relucir que luego del ataque hubo una reunión entre tres de los implicados en una cafetería de la localidad de Santa Fe.
A las 6:00 p.m. de aquel 7 de junio, media hora después del hecho, “el Costeño” se reunió con sus cómplices Katerine Martínez (“Gabriela”) y William González (“el Hermano”), y allí acordaron deshacerse de los celulares y las simcards para prevenir interceptaciones telefónicas.
Esa cita, corroborada por los dos compinches detenidos, es una de las pruebas en el expediente contra Arteaga.