“Se llevan agua, papel de váter, legumbres, velas...“. Uno de los empleados de un supermercado Mercadona del centro de Barcelona resume el acopio que, con calma, alguna clientela está haciendo durante el apagón masivo. El ambiente es extraño: personal de seguridad en la zona de las cajas, todas las neveras cerradas (con puertas o persianas de material plateado) y gente que va como con prisa y tensión, pero tampoco sabe muy bien qué priorizar. Salvo algunos como Paola, de mediana edad y con el carro hasta arriba. “Llevo productos no perecederos: agua, arroz, pasta seca, tomate en conserva, azúcar, huevos, muchos huevos, pan de molde, papel higiénico y pasta de dientes”, canta. “Y mate, claro, los argentinos no podemos vivir sin el mate. Ya pasamos la pandemia, algo aprendimos”, remata antes de pagar y encargar que se lo entreguen todo en casa. En las cajas, funcionan los lectores de códigos de barras y el pago con tarjeta, pero no lo las cintas que acercan los productos a las cajeras.

