La sala llena, cómo no. Ninguna sorpresa: era el concurso del festival de Venecia. Pero se sumaba, hoy lunes, otra razón de ―mucho― peso: Dwayne Johnson. Durante años, su sola presencia ha garantizado butacas a rebosar. Tanto que su cara suele ocupar tamaños considerables en carteles y promoción. La saga de Fast and Furious, la de Jumanji. Y unos cuantos exitazos más, hasta convertirle en uno de los intérpretes más taquilleros de Hollywood. Y mejor pagado: su sueldo le cosechó incluso un Récord Guinness. Hitos de recaudación, a estas alturas, tiene de sobra. Nunca, en cambio, había dejado una marca notable en el terreno artístico. Y ahí estaba la novedad de la proyección: ahora protagoniza de The Smashing Machine, de Benny Safdie, en el certamen de cine más antiguo del mundo. En la piel, además, de un luchador como el que fue. Por eso le llaman La Roca, aunque últimamente ha abandonado también el célebre apodo de sus años en el cuadrilátero. Ya no es un reclamo comercial, sino un actor. Y uno bueno, a juzgar por el filme.