Con 65 años, la arquitecta alemana Annabelle Selldorf lleva 47 viviendo en Manhattan. Tiene un despacho con 65 empleados en Union Square. Admite que es una neoyorquina en toda regla: impaciente, cosmopolita, exigente, de mente abierta e inmigrante. La entrevista se desarrolla en la ampliación de la National Gallery que acaba de concluir en Londres. Su objetivo es paradójico: acercar el arte al público y facilitar la visita del cada vez más creciente número de visitantes.