¿Por qué Colombia es el país del Sagrado Corazón de Jesús?

Cada mes de junio, miles de católicos en Colombia renuevan su fe en el Sagrado Corazón de Jesús, una devoción que traspasa los límites de lo espiritual para convertirse en un símbolo de unidad nacional. Esta tradición, popularizada por las visiones místicas de figuras como santa Gertrudis la Grande y, especialmente, santa Margarita María de Alacoque, alcanzó un carácter trascendental cuando el papa León XIII consagró el mundo al Sagrado Corazón el 11 de junio de 1899.

Santa Margarita relató que Jesús se le apareció para expresarle el profundo amor que sentía no solo por ella, sino por toda la humanidad. En esas revelaciones, le manifestó el sufrimiento que le causaba ver a las personas alejarse del bien para seguir caminos de pecado. Estos mensajes místicos se volvieron referentes espirituales y emocionales que influenciaron a fieles de todo el mundo, incluyendo Colombia.

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En el país, el culto tomó una dimensión política y simbólica durante la Guerra de los Mil Días, en medio del enfrentamiento entre liberales y conservadores. Fue entonces cuando el arzobispo de Bogotá, monseñor Bernardo Herrera Restrepo, propuso consagrar a Colombia al Sagrado Corazón como una forma de buscar la reconciliación y la guía divina en medio del caos. Esta iniciativa recibió respaldo del presidente José Manuel Marroquín, quien autorizó la construcción de un templo nacional en su honor.

El decreto 820, firmado el 18 de mayo de 1902, formalizó este compromiso. En él se establecía la importancia de unir a los colombianos en torno a un símbolo común que pudiera sanar las heridas del conflicto. La iglesia del Voto Nacional, ubicada frente a la plaza de Los Mártires en Bogotá, fue el resultado de este esfuerzo. Administrada actualmente por los Padres Claretianos, fue elevada a basílica menor en 1964 por el papa Pablo VI y declarada monumento nacional en 1975.

En su acto de consagración, monseñor Herrera pronunció palabras que aún resuenan en la memoria religiosa del país: “Dignaos aceptar, corazón santísimo, este voto nacional como homenaje de amor y gratitud de la nación colombiana [...] sed el inspirador de sus leyes, el regulador de su política, el sostenedor de sus cristianas instituciones”.

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Colombia no solo adoptó esta devoción como práctica religiosa, sino como parte de su identidad colectiva. Hoy, el Sagrado Corazón continúa siendo un ícono presente en hogares, oficinas y edificios oficiales, recordando el deseo histórico de un país que buscó en la fe una ruta hacia la paz. De hecho, es por eso que tenemos un día feriado cada lunes después de la conmemoración de esta fiesta religiosa.

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