Bromea Patrick Watson y dice que, lamentablemente para sus amigos, ya ha recuperado la voz. Si no la hubiera perdido, no existiría el disco que publica el jueves que viene, Uh Oh (Secret City / Music As Usual), un álbum de pop de autor de colores y texturas tan diversos que se disfruta como un caleidoscópico viaje. “Pensé que quizá no podría volver a cantar, pero quería escribir canciones, y me pareció que era una buena oportunidad para componer para artistas a los que quería oír cantar”, dice. Está en Madrid, es una mañana de septiembre. La última que pasa fuera de casa. “Mañana vuelo de vuelta. Echo mucho de menos a los niños. Muchísimo”, confiesa. Se toquetea el pelo. Su flequillo airado y frondoso, similar al de David Lynch.
