No Basta Solo Con Llorar Cuando Perdemos Finales

hace 13 horas 5

No Basta Solo Con Llorar Cuando Perdemos Finales

Resumen: La planificación no debería depender de la emoción de un día, sino de la visión de una década

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Colombia necesita menos lamentos y más estructura si el deseo es trascender en el fútbol mundial.

El talento es un punto de partida, para las selecciones colombianas, pero hace muchos años ha sido el sustento de la estrategia.

Para salir campeones del mundo no es necesario que los jugadores colombianos lloren cada vez que pierden una final. El llanto, aunque sincero, no es el que construye futuro. El talento, aunque abundante en nuestro país, no basta. El problema del fútbol colombiano no está solo en la mentalidad ganadora que para muchos no tenemos, nos falta seguir creciendo en estructura. No se trata solo de sentir las derrotas, sino de pensar y ejecutar mejor los proyectos deportivos.

El reciente tercer puesto de la selección sub-20, dirigida por el Profesor César Torres, fue una bocanada de orgullo, el equipo jugó con convicción, identidad y rebeldía, pero cada logro de nuestras selecciones juveniles, incluso de mayores, parece un espejismo: una muestra de lo que podríamos ser, pero que aún no sabemos sostener.

Porque en Colombia los proyectos deportivos suelen ser juegos artificiales, cuando lo que necesitamos es fuegos que calienten el deseo de llegar y permanecer en la cúspide del fútbol internacional, sin ser deslumbrados por resultados pasajeros.

No hay fútbol grande sin dirigencia grande. La capacidad de diseñar, ejecutar y sostener proyectos de largo alcance, es la piedra angular del éxito deportivo. Pero en nuestro país seguimos pensando que un título ganado puede reemplazar una estructura. En nuestro fútbol aún, los planes duran lo que dura una victoria. Un país que cambia de rumbo con cada resultado no puede aspirar a construir una identidad.

La planificación no debería depender de la emoción de un día, sino de la visión de una década. El talento colombiano necesita de una hoja de ruta, no solo un calendario de competencias.

Formar no es repetir modelos de trabajo ganadores en otros contextos como el europeo: es comprender el juego. Los entrenadores que no estudian la lógica interna del juego, están condenados a improvisar. Colombia tiene entrenadores apasionados, curiosos, pero que deben de comprometerse más con el entendimiento del contexto para el desarrollo de nuestro fútbol. El entrenador de fútbol independientemente del nivel en el que trabaje, debe de ser un pedagogo del detalle, un artista del contexto, un traductor entre el talento natural y la exigencia internacional.

Decimos con frecuencia que “en Colombia hay talento”. Es cierto. Pero el talento sin dirección es como un río sin cauce: se pierde, se desborda, se agota. El fútbol de alto rendimiento no perdona la ingenuidad táctica ni el desgano intelectual.

No hay líneas de sucesión entre nuestras categorías. Cada selección parece empezar de cero, sin continuidad ni herencia. Debe de existir un sistema donde los jugadores más destacados de una categoría, participen también en la siguiente, y así sucesivamente, hasta llegar a la absoluta. No solo por mérito deportivo sino por construcción de identidad. Un jugador que entiende el recorrido de su propio proceso, llega a la élite con raíces, no solo con sueños e ilusiones.

El contexto también juega: nos quieren comparar con Argentina por su “mentalidad ganadora”, pero olvidan un detalle: por ejemplo, sólo en el gran Buenos Aires hay más de 60 estadios, 18 de ellos en la capital. Allá el fútbol es cultura, infraestructura, educación, es una forma de vida.

Aquí, en cambio, seguimos entrenando el talento en espacios que no cumplen las condiciones mínimas, con balones desinflados y las promesas infladas que nos hacen creer que en algún tiempo todo mejorará. No basta con la pasión, sin contexto, el talento se desperdicia.

El reto pendiente: no se trata solo de ganar, sino de saber por qué se gana. El día que entendamos que la formación no se improvisa, que los proyectos deben de trascender los resultados, y que la grandeza no se mide en lágrimas, sino en las garantías que tengan los procesos, ese día habremos cambiado, empezaremos a escribir un nuevo capítulo de éxito en nuestra historia futbolística.

Porque los títulos llegarán cuando el fútbol colombiano deje de vivir solo del talento y empiece a desarrollar conocimiento a partir del contexto del juego.

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