Mis reuniones con las AUC cuando era alcalde

hace 12 horas 8

Por JAVA.

En el año 2001, la violencia estaba en todo su esplendor en el Oriente antioqueño, con una centena de muertos mensuales, y miles de desplazados. Es ante ese panorama que los alcaldes deciden formar una junta permanente para dialogar con los grupos armados legales e ilegales, y procurar la salvaguarda de la vida de los ciudadanos ajenos a la lucha. En medio de un país que se vuelve a dividir, y a respirar aires de violencia, recordar que el Oriente ha sido pionero en diálogo y estrategias de paz y unidad, puede servir para dar respuestas eficaces a los mismos viejos problemas vividos antaño.

  • Son las 3 o 4 a. m. y no he podido dormir, supongo que es lo normal a pesar de estar cansado; después de todo, estamos retenidos contra nuestra voluntad. A mí lado están los alcaldes de Marinilla, San Luis, Granada, Guatapé, El Peñol, y el asesor de paz Pedro Chica; y aunque ninguno de ellos hace ningún ruido, estoy seguro de que tampoco han conciliado el sueño. He leído el papel que me pasó el líder de los 12 hombres que nos custodian tantas veces que hasta ya perdí la cuenta, dice: “Señores alcaldes, este problema es mejor solucionarlo por la vía política, y no por la vía militar, como ya lo había decidido el área militar de las AUC en asesinar a uno de ustedes. Mañana los espero a las 6 a. m. en pie”.

    Tengo miedo de que pueda suceder lo peor, han preguntado muchas veces por mí, incluso desde antes de llegar a este lugar; intuyo saber qué es lo que pasa: esto es secuestro político, mas no extorsivo, de lo contrario no nos habrían dado buena comida, ropa, varias cobijas, e implementos de aseo para todos. Quizás esta sea la oportunidad para…

    No terminé de escribir lo anterior porque de repente escuché unas pisadas fuertes fuera de la habitación, parecían las de algún animal peligroso, y a continuación se abrió la puerta intempestivamente. Allí se encontraba la figura de un hombre a contraluz, que nos dijo con una voz de ganso ahogado: “¡Señores alcaldes, buenos días!” Como seguía oscuro no veía de quién se trataba, pero sentí cómo su mirada paseó por toda la habitación, y tras ello nos habló esta vez más fuerte, como para cazar aún más nuestra atención: “¡¿El alcalde de El Carmen quién es!?” Fue cuando escuché eso que abrí los ojos como platos y lo reconocí, era Carlos Castaño, el comandante supremo de las AUC.

    Imagen 1. Cronica JAVAPara Humberto Restrepo esta experiencia lo ha comprometido aún más en la lucha por la vida humana y su dignidad.

    Yo no sabía qué pensar o hacer en ese momento, ¡una máquina de matar preguntando por mí!, estaba completamente en shock, y seguramente varios de mis compañeros también. Juan Manuel Ochoa, el alcalde de Marinilla, fue el primero en vencer ese estado de temor que teníamos cuando le pregunta:

    —Comandante, ¿nosotros aquí estamos en calidad de invitados, retenidos, secuestrados, o cuál es nuestra condición?

    —Ustedes están secuestrados, señores —afirma Castaño—, pero les aseguro que vuelven vivos a sus municipios. Solo queremos charlar.

    Tras esto, salió de la habitación, no sin antes ordenarnos que nos aseáramos, ya que volvería en una hora. Aún estoy asustado, con la piel de gallina, y un nudo en el estómago; tartamudeo para hablar y a veces hasta tiemblo, aunque Juan Manuel dice que debe de ser por el agua helada de la ducha. Durante estos minutos que quedan antes de la reunión trataré de calmarme, después de todo ese es el objetivo que teníamos desde un principio cuando conformamos el Consejo de Alcaldes del Oriente.

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    La reunión inició tensa, Castaño estaba sentado con las piernas abiertas en una silla Rimax blanca, con su fusil al lado, y pelando una mandarina. Fuimos tomando asiento en los rústicos muebles de la finca, y una vez nos hallábamos sentados todos, nos miró desafiante; tomó un casco de la mandarina, se lo llevó a la boca, y mientras lo mordía sacó un recorte de periódico del bolsillo (cuyo titular era “Los alcaldes del Oriente insubordinados al presidente: piensan sacar la policía de sus municipios”), lo lanzó sobre la mesa y pronunció:

    —¿Cómo así que ustedes van a sacar a la policía de los municipios?

    —No, señor Castaño, eso es un titular de Bogotá, que no conoce bien la realidad —se apresuró a decir el alcalde de Granada, Iván Darío Castaño Gómez.

    —¿Y cuál es la realidad?

    —Eso nunca se ha planteado, lo que se propuso fue crear rondas comunitarias, o reubicar sus cuarteles, pero nunca sacar a la institución de nuestros territorios. Pero no hemos formalizado compromisos con el ELN o las FARC, lo único que pretendemos es aminorar el conflicto —contesté.

    —¿Entonces ustedes están negociando paralelamente al Gobierno nacional?

    —No es así, nosotros, los alcaldes del Oriente, estamos hablando con todos los grupos armados de nuestro territorio, haciendo diálogo humanitario, no negociaciones —continué—, con el objetivo de tratar de humanizar el conflicto y disminuir las pérdidas de vidas inocentes y ajenas a la lucha.

    —Más que negociaciones —complementó Iván Darío—, son espacios para abogar por la vida y la dignidad humana, sin entrar en desconocimiento del Gobierno central, para, como dijo Humberto, minimizar un poco el número de muertes y disminuir la intensidad del conflicto.

    —Insisto, si ya existe una negociación nacional, ¿por qué la necesidad de crear otro “Caguancito” en el Oriente? —preguntó Carlos Castaño a la par que se cruzaba de piernas y nos miraba con frialdad—. Más aun con un grupo ya debilitado como el frente Castaño Alirio del ELN, ¡¿son conscientes de que les están dando la oportunidad de recuperarse?!

    —Señor Castaño, no es otro “Caguán” —dije, tratando de mantenerme sereno, aunque el corazón me volvió a latir a mil por hora—. Todo esto lo estamos haciendo de buena fe y sin intereses mezquinos. La misma Constitución dice, en sus artículos 3 y 22, que es nuestro deber velar por la integridad de las personas y sus bienes en nuestro territorio, para eso fue que nos eligieron, y eso es lo que estamos tratando de cumplir con estos acercamientos.

    —Además —habló el alcalde de Marinilla—, nosotros somos imparciales en cuanto a los actores armados del conflicto, por eso mandamos cartas tanto al ELN como a las FARC, y a ustedes. El ELN fue el primero en contestar, por eso hablamos con ellos antes.

    —¿Y qué obtuvieron de esa primera reunión? Me imagino que promesas vacías —replicó Castaño.

    —Esa reunión duró toda la tarde del jueves 14 de octubre de 2001, asistimos 17 de los alcaldes de la subregión, y algunos asesores de paz. Allí nos recibió Timoleón, el comandante de ese bloque, en una finca parecida a esta, ubicada en San Luis. Algunos de los logros fueron la apertura de la alcaldía de Cocorná y el regreso de su alcalde a la oficina, que había sido cerrada por la guerrilla; el compromiso de no bloquear la autopista Medellín-Bogotá; y no atacar comandos de policía o puestos de salud. Todo este acercamiento quedó plasmado en un documento que se les entregó al gobernador Guillermo Gaviria Correa y al obispo Flavio Calle Zapata, el cual seguramente usted ya conoce.

    Reunion del Consejo de Alcaldes del Oriente AntioquenoReunión del Consejo de Alcaldes del Oriente Antioqueño.

    Así transcurrió el día, y a medida que hablábamos el ambiente se ponía más cordial. Le contamos el cómo nació el Consejo de Alcaldes, que fue a raíz de que todos teníamos los mismos inconvenientes de amenazas de la guerrilla y otros grupos alzados en armas, la poca gobernabilidad que esto nos generaba, pero sobre todo para evitar más lágrimas de aquellos que pierden seres queridos.

    Ya hemos comido, nuestra cena fue pollo sudado con arroz y un poco de ensalada, acompañada por aguapanela caliente. Aunque no es muy sabrosa, es suficiente y nutritiva. Creo que esta noche sí dormiré.

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    Estoy cansado. Este segundo día ha sido bastante álgido, también es verdad que no he dormido bien, y que estoy preocupado por mi familia (especialmente mi tía, que ha sido más que una madre para mí, ¡cómo sufrirá la viejita!), pero ver a una persona triste siempre me ha conmovido, aunque aquella sea uno de los asesinos más sanguinarios de este país. Sucedió esta tarde durante la reunión que teníamos para llegar a algunas garantías de respeto con las AUC y detener muertes injustificadas. Allí, en la misma sala de ayer, estábamos todos los retenidos, y en un momento de la reunión Castaño dijo:

    —Estamos en guerra porque el Estado no hace presencia en los territorios y los ha dejado desprotegidos.

    —Esa es la misma razón de la guerrilla —repliqué, sé que fue irreverente de mi parte, pero por eso es que fui elegido alcalde.

    —¡No me compare con esos hijueputas! —dijo Castaño enojado mientras daba un fuerte zapatazo—. Yo lucho para proteger vidas, ¿usted?

    —Yo quiero evitar más muertes, sin importar su bando, y por eso no empuño las armas, sino que intento que los demás las dejen. Esta es una guerra de lógicas y egos, ¿no le parece?

    Castaño empezó a mirar por la ventana, no sé si al cielo, o a los pájaros que había sobre un árbol, o al árbol… en todo caso nadie dijo nada durante este tiempo en el que su semblante fue cambiando, y dijo con una voz llorosa:

    —Esta guerra me está matando lentamente. Si fuera por mí no estaría aquí perdiendo mi tiempo con ustedes —en ese momento nos mira con los ojos encharcados—, estaría cuidando a mi hija que tiene una enfermedad incurable, y no tiene tratamiento en este país, pero estoy atado a esta guerra desde que soy pelado…

    Ver por un momento esos ojos que miran con tanta frialdad pidiendo un abrazo, comprender que hasta una máquina asesina también tiene corazón, y que hasta su lucha puede tener principios altruistas (o algo así), es algo que no logro dimensionar.

    En la madrugada del tercer día Castaño nos informó que seríamos liberados, nos entregaría a una comisión de la Cruz Roja en la vereda Cristales de San Roque, así que debíamos darnos prisa porque no tenía mucho tiempo. Después nos fue despidiendo uno por uno, y al llegar a mí me susurró:

    —Humberto, el elegido para morir era usted, pero quiero evitar más muertes. Váyase.

    Imagen 3. Cronica JAVAEl alcalde de El Carmen de Viboral (izquierda), y el de Sonsón (derecha), tras ser liberados.

    No supe si alegrarme o entristecerme frente a esas palabras, quedé totalmente en shock, abstraído por completo en mis pensamientos. Solo vine a reaccionar cuando, una vez liberado, los periodistas me abordaron, y comencé a narrarles lo que había sucedido el 21 de noviembre de 2001: “Íbamos para Alejandría, a una reunión de la Asamblea Provincial, los alcaldes de San Luis, Granada, Guatapé, El Peñol, Marinilla, y el asesor de paz Pedro Chica. Por miedo, no nos fuimos por San Vicente, sino que subimos a Medellín y pasamos por Cisneros. En esa vía se nos detiene y nos dicen unos milicianos, muy buena gente, que alguien quiere hablar con nosotros, y que volveríamos en una o dos horas; así que nos fuimos con ellos en nuestros propios autos, pero al llegar al primer cordón de seguridad nos cambian de vehículo. Estos hombres no eran tan amistosos como los otros, y así pasó con otros dos cordones. Llegamos a una pequeña finca rústica y hasta un poco abandonada, que está en la vereda San Miguel del municipio de Alejandría, y nos llevaron a una habitación donde había siete colchonetas, siete mudas de ropa, siete cobijas, siete rollos de papel higiénico, un taco de Colgate, y siete cepillos de dientes; ahí intercambiamos miradas porque comprendimos qué estaba sucediendo, y que la cosa iba para largo…

    Al caer la tarde de ese día, nos encontrábamos en la Gobernación de Antioquia los exsecuestrados, contándoles con mayores detalles al gobernador y al comandante del Ejército, general Eduardo Herrera Verbel, lo acontecido en nuestro cautiverio. Es en ese momento cuando de improviso entra un militar con semblante asombrado a la reunión, y acercándose al general Herrera le dice algo al oído. El general se levanta de la mesa pidiendo permiso, y al cabo de un rato regresa para decirnos: “Señores, al teléfono está el comandante del frente 47 de las FARC, y desea hablar con el alcalde de El Carmen de Viboral”.

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