Los hombres que no leen ficción

hace 7 horas 5

fuad gonzalo chacon

Los hombres que no leen ficción

Resumen: Este interesante cambio de tendencia, por su parte, está llevando a que en algunos sectores masculinos de cierta edad comience a despreciarse la literatura de ficción como una actividad ociosa que no tiene ninguna función útil en la vida laboral

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Conozco a un tipo a quien en todas las ocasiones en las que me lo encuentro -y doy gracias al cielo porque cada vez nos cruzamos menos- intento colarle, con disimulo, el tema de la literatura en nuestra conversación sólo para escucharle decir, no sin cierto deje de prepotencia en la voz, la frase célebre por la que estoy convencido de que, en el fondo, aquel señor no me cae bien: “yo sólo leo lo que me sirve para el trabajo”. Sí, está haciendo uso de su libre desarrollo de la personalidad y toda la retahíla constitucional que ustedes quieran, pero es que cuando se me meten con la ficción, la cosa inmediatamente se vuelve personal.

Esta persona, bien entrada en la cincuentena y obsesionada con los Teslas (todos conocemos a uno así), encarna al prototipo de espécimen que viene preocupando seriamente a los estudiosos de la industria editorial, pues representa al hombre promedio que, a partir de cierto momento, más o menos sobre los cuarenta, abandona por completo la lectura de libros de ficción para centrarse en otra clase de textos a los que se les imputan propiedades mucho más prácticas, como el ensayo, el relato histórico o los periódicos. Otros, en el peor de los casos, directamente dejan de lado cualquier material escrito y prefieren enfocarse en contenidos más visuales, como los videojuegos, las redes sociales o la televisión.

Es tal la magnitud de este fenómeno silencioso que múltiples encuestas en diversos países están demostrando cómo, año a año, son más las mujeres las que compran y leen libros de ficción, llegando en algunos países, como Estados Unidos, a alcanzar incluso el 80% en determinadas métricas. Este interesante cambio de tendencia, por su parte, está llevando a que en algunos sectores masculinos de cierta edad comience a despreciarse la literatura de ficción como una actividad ociosa que no tiene ninguna función útil en la vida laboral, como bien lo resume con desdén este personaje del que les comento. Un comportamiento en plena expansión que esconde un ligero subtexto machista y que recientemente ha sido puesto bajo la lupa de respetados medios como The New York Times.

La denigración de la ficción, con marcado énfasis en el mundo de los negocios, llevó a que la Harvard Business Review publicara en 2020 el escrito “The Case for Reading Fiction” en el que Christine Seifert reivindicó la lectura de ficción como herramienta indispensable de los gerentes para el desarrollo de habilidades esenciales entre sus empleados. Así pues, parece que se aprende más sobre Wall Street leyendo novelas como “Fortuna” de Hernán Díaz, “El Dinero” de Émile Zola o “El Gran Gatsby” de Francis Scott Fitzgerald que “Padre Rico, Padre Pobre”, “Hábitos Atómicos” o demás títulos de autoayuda financiera que lleva consigo la gente de traje que toma vuelos de 6 de la mañana.

Por supuesto, que cada uno lea lo que quiera, faltaba más, pero que no se demerite la ficción sólo porque sus enseñanzas no las sepamos canjear por plata, que lo que nos aporta es más importante que eso.

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Redacción Minuto30

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