“Hemos fortalecido la imagen del Perú como un país que defiende y respeta la paz, la libertad y la democracia”, dijo la presidenta Dina Boluarte hace un par de semanas, en Nueva York, durante la 80° Asamblea General de las Naciones Unidas. Más allá de un optimismo que rebota en las encuestas, donde su popularidad coquetea con el margen de error, su mensaje difiere nítidamente con la realidad. Si la denominada Generación Z marchó por tercer fin de semana consecutivo, esta semana empezó con un paro generalizado de transportistas en Lima y Callao, como medida de presión por la ineptitud del Gobierno para acabar con la extorsión y el sicariato.