
La última vez que Flor Niño vio a su hijo Brayan con vida él estaba de pie en el umbral de la puerta de la casa en la que viven en el municipio de Madrid (Cundinamarca), a unos 20 kilómetros de Bogotá. Era primero de mayo de 2021 y él estaba a punto de salir para unirse a las protestas del paro nacional que había estallado en Colombia tres días antes, el 28 de abril. “No me vaya a dejar aquí tirada”, le dijo ella, como presintiendo el peligro. Que iba un rato y regresaba, le dijo él. No volvió. Esa misma noche caería sin vida sobre el asfalto cuando el mayor del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) Carlos Javier Arenas Niño disparó contra él un proyectil de gas lacrimógeno que le destrozó el rostro y lo tumbó al suelo. Más de cuatro años después, el oficial acaba de ser destituido e inhabilitado por nueve años por la Procuraduría. Un paso pequeño, pero también una conquista en un proceso que por la vía penal permanece encallado.

