Catorce años después del inicio del conflicto, Siria enfrenta múltiples crisis que amenazan con hipotecar su futuro. Entre las ruinas del silencio y las promesas de reconstrucción, el país carga con las secuelas de un conflicto que, aunque ya no truena en los cielos, sigue resonando bajo los pies y en las aulas vacías. Lo que la violencia dejó atrás —infancias rotas, escuelas colapsadas, tierra sembrada de muerte— sigue marcando el pulso de cada día.