Inés Jaramillo: un suicidio en 1800

hace 1 mes 16

Por Jeison López.

El suicidio podría ser un fenómeno social y cultural que ha estado inmerso en la historia de la humanidad. Cuya práctica, dependiendo de la periodicidad de la época en la que se aborde, podría estar asociado a prácticas ceremoniales, rituales y celebraciones. Sin embargo, en el presente, se aborda desde un enfoque de salud pública. En el pasado, se tenía otra mirada: era un problema de orden público, como lo fue en el Oriente antioqueño entre los siglos XVIII y XX

  • De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo más de 800 000 personas mueren por suicidio al año y, aproximadamente, se registra un suicidio consumado cada 40 segundos (mientras alguien destina su tiempo para leer este escrito, lamentablemente varias personas fallecieron en ese lapso). El término suicidio proviene de dos expresiones latinas: sui (sí mismo) y caedere (matarse a sí mismo).

    A continuación, se describe el suicidio de Inés Jaramillo, habitante que vivió en el sitio de La Ceja, hoy municipio. El 15 de agosto de 1800 se tuvo noticia de la desaparición de Inés. Ella, para cometer el suicidio, diseñó todo un plan. Le ordenó a una de sus esclavas domésticas ir el viernes a misa, nada extraño, pues los amos debían procurar proveer el pasto espiritual a los esclavos que tenían a cargo, era una obligación cristiana. Además, le indicó que antes de ir a la capilla dejara los dos hijos de su marido (del primer matrimonio de él) en la casa de su abuelo. La esclava atendió la solicitud de su ama. Al regresar de la eucaristía, se percató de la ausencia de Inés; luego de buscarla, puso en alerta a los vecinos para dar con su paradero, puesto que su esposo estaba de viaje en el paraje de las Yeguas. Después de dos días de búsqueda, la hallaron en las inmediaciones de su casa el domingo 17, alrededor de las doce del mediodía. Allí estaba sin vida Inés Jaramillo, los presentes la hallaron suspendida de una soga que estaba atada en un árbol.

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    Para investigar las circunstancias de su muerte, llamaron a María Brígida Cardona y a Manuela Chica. Con la finalidad de descartar si el deceso fue causado por signos de violencia o si verdaderamente se trataba de un suicidio. En la examinación del cuerpo y análisis de la escena, las dos mujeres concluyeron que el cuerpo de Inés Jaramillo no denotaba heridas, contusiones, o cualquier tipo de maltrato, a excepción de una marca o ceñidura cerca del cuello, provocada por su propio peso y la fricción del lazo. Al finalizar estas acciones descolgaron el cuerpo. La investigación no culminó ahí, se hicieron las averiguaciones para determinar las posibles razones del suicidio y se concluyó que Inés Jaramillo estaba poseída por una violenta melancolía (depresión en la actualidad), flato (acumulación de gases en el aparato digestivo) y pasión histérica. Según Hipócrates, el médico más destacado en la Antigua Grecia, los humores son cuatro fluidos corporales: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra. Cuando alguno de ellos presentaba una anomalía, se producía la enfermedad. Durante varios siglos se creyó que los trastornos, enfermedades mentales, estaban ligados a los cuatro humores. En el caso de Inés Jaramillo, conforme a las indagaciones, una de las causas del suicidio fue el flato. Esto tiene sentido, la ciencia ha demostrado que la salud digestiva está estrechamente ligada con la aparición de la depresión y la ansiedad.

    En el aspecto religioso, Inés Jaramillo corrió el riesgo de que no se le practicara cristiana sepultura y no se le hiciera misa para rogar por su eterno descanso junto con los días que se realizaba el novenario. Sin embargo, el vicario del valle de San Nicolás, José Miguel de la Calle, dio testimonio de que la referida difunta tuvo una vida decente y que su comportamiento se vio alterado en consecuencia del mal de la melancolía que la aquejaba.

    Por otra parte, el régimen español estableció que, en los territorios del virreinato, el suicidio se categorizaba como un delito. En algunos archivos históricos se encuentran casos judiciales de personas que intentaron cometer suicidio y, luego de sobrevivir, comparecieron ante la justicia. El caso de Inés Jaramillo llegó a oídos del alcalde ordinario de la ciudad Santiago de Arma de Rionegro, el señor Gregorio de Uribe. Debido a que La Ceja pertenecía a Rionegro y él era la máxima autoridad de la zona.

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      “Mientras en el presente se aborda desde un enfoque de salud pública, en el pasado se tenía otra mirada: era un problema de orden público, como lo fue en el Oriente antioqueño entre los siglos XVIII y XX”.

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