En el Perú ya no gobierna la razón, sino la improvisación. Anoche el Congreso destituyó a Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente” —esa fórmula mágica que sirve para disfrazar intereses— y hoy, como si el destino se burlara del país, el sillón presidencial lo ocupa José Jerí Oré, un abogado de 38 años cuya hoja de vida genera más alarma que esperanza. Lo más grave es que el mismo Congreso que lo protegió de rendir cuentas ahora lo ha convertido en jefe de Estado.