
El escritor Mick Herron ha vuelto a hacerlo. En realidad, aquí fue cuando lo hizo por primera vez, solo que el atractivo de la saga Slow Horses —llamada, en su versión literaria, Slough House— permitió que supiéramos antes del tipo que cruza los pies sobre la mesa en calcetines —viejos, sucios, rotos— Jackson Lamb (papel que el camaelónico Gary Oldman borda), que de la incombustible Zoë Boehm. Pero Boehm (una brillante, soberbia, Emma Thompson en pantalla) fue su primera creación, una detective privada tan abrasivamente ingeniosa como Philip Marlowe, el clásico e inalcanzable sabueso hollywoodiense de Raymond Chandler. Y puede que la historia parezca minúscula en comparación con las tribulaciones de la llamada Casa de la Ciénaga, esa horrenda y fatalmente iluminada oficina administrativa en la que viejos espías que, en su momento, tuvieron un desliz han acabado desterrados, calificados de caballos lentos. Pero nada que construya Herron puede considerarse pequeño. ¿Por qué no? Porque lo que importa son los personajes.


hace 23 horas
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