El Manejo De Cargas en el Fútbol Formativo.

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El Manejo De Cargas en el Fútbol Formativo.

Resumen: La palabra carga ha dejado de ser una herramienta para convertirse en un sinónimo de exceso. Como entrenadores estamos cargando el cuerpo, la mente y las ilusiones de los niños y jóvenes deportistas

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En el fútbol formativo, el tiempo se ha convertido en una carrera contra el desarrollo corporal de los niños y jóvenes. En una época donde hay números para todo (velocidad, metros recorridos, minutos jugados), parece que olvidamos que los procesos también necesitan respirar. El fútbol juvenil vive apurado, como si cada semana se jugara una final, como si la infancia fuera un obstáculo que hay que superar lo antes posible.

La palabra carga ha dejado de ser una herramienta para convertirse en un sinónimo de exceso. Como entrenadores estamos cargando el cuerpo, la mente y las ilusiones de los niños y jóvenes deportistas, en nombre del rendimiento, sin entender que el talento también se apaga cuando no es bien manejado.

El cuerpo de un futbolista en formación es una promesa. Todavía está aprendiendo a coordinar, a resistir, a conocerse, cada músculo busca su identidad dentro de los patrones del movimiento, cada gesto técnico su equilibrio. Forzar ese proceso es como exigirle a un árbol joven que de sombra y frutos antes de echar raíces. A veces detrás de la admiración de por un joven que es figura en cuanto torneo y categoría participa, un “todo terreno”, se esconde un sistema inmediatista que no lo cuida, ni lo proyecta, solo lo exprime.

De este grupo hacen parte los elegidos, los que siempre destacan. Aquellos que juegan en todo: en el colegio, el club, el barrio, la selección. Tres o cuatro partidos mínimos por semana, más entrenamientos, más viajes. La acumulación de cargas en etapas infantiles se disfraza de méritos, pero es un exceso que suele pagarse caro. Estos jugadores, en muchos casos son los primeros que llegan a la élite, pero también son los primeros que se apagan. Porque el talento necesita espacio para respirar, para ser contemplativo, incluso para aburrirse. El descanso también forma parte de la preparación y quien no descansa de sus actividades cotidianas, termina alejándose de ellas sin entender el por qué.

Aparecen entonces “Los olvidados del banquillo”. El manejo de las cargas debería de ser un acto de inclusión. No solo para los titulares, sino también para los que esperan su oportunidad. Ellos también forman parte del proceso y necesitan estímulos, minutos y cargas proporcionales a su crecimiento y desarrollo personal y deportivo.

El fútbol formativo no se debería de dividir entre los que juegan y los que acompañan, todos están en el mismo camino, aunque cada uno lo recorra a su ritmo. El jugador que alterna y no recibe los minutos suficientes de competencia, pierde su ritmo, pierde motivación y sobre todo la oportunidad de confrontar los conocimientos y capacidades adquiridas mediante el entrenamiento, durante la competencia. Formar es enseñar a competir, pero también es enseñar la cultura y los valores de un deporte colectivo.

Los mismos de siempre, los equipos base se repiten cada juego, como si el fútbol formativo dependiera solo de once elegidos. Los entrenadores se aferran a la fórmula ganadora, creyendo que la repetición garantiza el progreso. Pero el abuso de cargas sobre los mismos jugadores termina siendo una forma de injusticia silenciosa.

Rotar no es locura, ni debilidad. Es una forma de mantener vivo el grupo, de enseñar que el fútbol es un deporte colectivo incluso en la formación. Ganar es importante, sí, pero educar es imprescindible. Y educar implica tener el coraje de proteger, incluso de nosotros mismos, los entrenadores, a estos jóvenes que aún no saben decir, basta.

En demasiados procesos formativos, las cargas no se planifican, se improvisan. Se entrena hasta el cansancio todos los días, se repite “hasta que salga”. A veces por falta de conocimiento y otras por vanidad. Pero el cuerpo no entiende de excusas. El entrenamiento no puede ser una colección de esfuerzos inconexos. Debe de ser una narrativa coherente entre lo físico, técnico, estratégico y emocional. No se trata de entrenar más, sino de entrenar mejor.

El manejo de cargas en el fútbol formativo es en el fondo, una pedagogía del equilibrio. Un arte invisible donde cada minuto tiene sentido, donde el descanso también hace parte del desarrollo. Un buen entrenador no solo potencia jugadores: protege su futuro.

Porque en el fútbol, como en la vida, no siempre gana el que más corre, sino el que mejor entiende el ritmo y las necesidades del juego. Esta etapa solo puede alcanzarse con la madurez que proporciona la experiencia de quienes lideran los procesos formativos y para ello es necesario, como entrenadores, ser más conscientes, más reflexivos entre los esfuerzos del día a día y tener más amor y empatía por los deportistas que aún están aprendiendo a soñar.

Las opiniones que aquí se publican son responsabilidad de su autor.

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