Más de 1.300 personas en Colombia se quitaron la vida en el primer semestre del 2025
Era una tarde de sábado del 2021 cuando conocí a doña Aracelly. Estábamos en Prado, en un Death Café que organiza el Cementerio Museo San Pedro. Ella tenía los ojos empañados y bastaron pocos minutos para darme cuenta que hablaba más su semblante, que su voz.
Si la tristeza tiene un color, entonces doña Aracelly se vistió de el. Tomó más aire que fuerza y entre aproximadamente 15 personas expectantes comenzó a tejer su historia. La misma historia que cuenta este septiembre de 2025 en el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio:
“Juan nació en 1997 y aunque fue un niño muy deseado, en la adolescencia se le despertó una terrible depresión”, afirma doña Aracelly, como si esta enfermedad que afecta a más del 40% de los niños y niñas del país fuera un gigante que duerme.
“Terrible” es un adjetivo pobre para describir un padecimiento que, según el Boletín Estadístico Mensual del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, llevó al suicidio a 1.352 personas en Colombia, (1.085 hombres y 267 mujeres) apenas en el primer semestre de 2025.
La depresión muchas veces trasciende la voluntad
“Un día él me dijo que se quería internar porque no dormía y estaba muy desesperado, yo lo apoyé y me puse a hacer los trámites para pedir la cita, pero después se arrepintió, me dijo que no quería ser feliz por una pastilla”.
Muchas emociones inundan la mente de quienes son testigos cercanos. Detrás de cada paciente hay un entorno que también se enferma. Los cuidadores, en la mayoría de las veces, son quienes menos se cuidan y también se pone en riesgo la propia salud mental, esa que con tanto ahínco se esmeran por preservar en su ser querido.
“Los nervios viven a flor de piel. Por ejemplo, yo iba llegando a la casa y entraba despacio, con miedo, pensando que algo iba a pasar”.
Es imposible decidir si uno quiere nacer y “Ara”, como le decía él a su mamá de cariño, le dio vida un 12 de marzo de 1997. Pero muchos sí deciden si quieren morir y Juan no fue la excepción. Esa decisión definitiva tuvo lugar el 16 de junio de 2020.
“Ese día se levantó y dijo que se iba a encontrar con unos amigos y nos despedimos. Como a las 02:10 a.m. sentí la puerta, entonces me paré de la cama y le dije, «¿Qué hay, mi amor?» Él me miró y no me contestó nada, pero yo me puse contenta porque ya había llegado y me acosté.
A las 05:00 a.m. mi esposo se levantó para ir a trabajar, ya iba a salir, faltaban 10 para las 6, cuando entró a la habitación de Juan y lo vio ahí… Se había quitado la vida. Pegó un grito y decía, «¿Por qué lo hiciste? Yo me paré y supe que había llegado el momento que toda la vida pensé que iba a pasar”.

Mientras con mis ojos recorría la habitación de doña Aracelly y Gustavo, su esposo, vi a Juan. Pocos centímetros de pared estaban vacíos. Él estaba en forma de fotografía en cualquier parte que mirara y curiosamente me estaba sonriendo desde todos los ángulos.
Siempre que me detenía en una foto, ella también me miraba, sonreía y comenzaba a contarme el detrás de cámaras que capturó cada momento. Noté que en los ojos de doña Aracelly iba a empezar a llover, pero mientras hablaba, me sostenía la mirada como quien tiene experiencia en sostenerse el alma.
Miró hacia arriba, como esperando que le cayeran los recuerdos del cielo y expresó que: “él tenía camisetas de Manowar, del Hombre Araña, Superman… La que tenía puesta ese día la tengo allá guardada, es de Linterna Verde. A veces la saco, la huelo, porque ni la he lavado. Lloro y lloro, después me consuelo y la vuelvo a guardar, porque todavía tiene ese sudor”.
Poco queda de la señora que conocí en el 2021, porque si la resiliencia tiene un color, entonces doña Aracelly está pintada de el.
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— Hora13 Noticias (@hora13noticias) September 10, 2025