Establecer límites claros en la crianza es una herramienta fundamental para educar. Lejos de ser un freno, actúan como líneas que aportan estructura, permiten al niño crecer de manera sana y segura y le dan la confianza necesaria para experimentar sin miedo. Gracias a ellos, los pequeños pueden explorar su entorno con independencia y libertad, sabiendo que cuentan con una guía que los orienta. Generan un ambiente predecible en el que el menor sabe qué esperar de los adultos y qué se espera de él, lo que refuerza la confianza mutua.